Grace Quasebarth
Regina Salve University
Introducción
Si los hechos parecieran tan difíciles de creer, esta figura se podría convertir en una persona sobrehumana. En el caso de la figura de análisis en este trabajo, la Monja Alférez, Catalina de Erauso, es una de las figuras más conocidas en la historia colonial de España y del Nuevo Mundo. Pero, con esta fama vienen las polémicas sobre los acontecimientos de su vida auténtica. Erauso ha sido conmemorada en muchas obras del teatro, y ediciones de su manuscrito, Historia de la Monja Alférez (1626), que fue publicado en 1829 por primera vez (Pérez Villanueva 1443).
Hay cualidades míticas de la vida de Erauso consagradas, las que contribuyen a la confusión sobre la cuestión de su identidad verdadera. Se aumenta este asunto por las inconsistencias entre las ediciones diferentes de su manuscrito. Desde su publicación, ha habido muchas ediciones diferentes de la Historia de la Monja Alférez que plasman su fama y dan voz a los aspectos diferentes — e historias — de la vida de Erauso. Entre dos ediciones españolas del libro, se puede comparar las diferencias entre las traducciones — y la información que ellas incluyen — la de Cátedra (2008) y la de Hiperión (2001). Aunque las dos publicaciones son modernas, las variaciones entre las versiones de los eventos narrados cambian la vida de Erauso de manera singular. La traducción y la exclusión de diferentes partes de la Historia de la Monja Alférez contribuyen a una identidad borrosa y mítica para Catalina de Erauso.
Erauso vivió durante un tiempo de mucha transformación en la historia de España. Nació en el largo siglo XVII, Erauso creció durante el período moderno temprano en España (1500-1700) — época que definía España como nación católica y construía España como país con potencia global. Para la mujer en el sector público durante este tiempo, hubo opciones limitadas: el convento, el matrimonio, o la prostitución. Las que no estaban de acuerdo con estos papeles de género patriarcal fueron relegadas al sector privado por no haber descubiertas y castigadas. Al margen, si sus acciones estuvieran descubiertas, podrían sufrir de los abusos y castigos graves en público o privado para proteger el honor de su clase y familia, como La mujer emparedada (Rodríguez-Rodríguez 195). Sin embargo, por otra parte, un nuevo mundo de exploración se desarrolló para los hombres. En el Nuevo Mundo, España empezó a colonizar los territorios con el apoyo de los conquistadores —de acuerdo con los ideales promovidas por el mundo de armas y letras (Franco e Izquierdo 185-187). Y de esta época, Catalina de Erauso surge como una de las figuras más conocidas. El crítico Cristian Andrés asevera que:
Catalina de Erauso […] es uno de los personajes más extraños y enigmáticos que han existido a través de todos los tiempos. La extraordinaria peripecia de su vida aventurera le da una dimensión irreal y casi mítica, acentuada por su oscura y compleja personalidad (252).
Aunque Erauso era una persona real, las leyendas y los mitos que rodean su vida han creado un héroe que parece sobrehumano. Es indiscutible que Erauso era una persona real, pero las verdades de su vida todavía son un punto de debate. Es cierto que Erauso era una monja en el noviciado hasta que se escapara del convento y luego desafió las normas genéricas de su época siendo conquistador. Dicho esto, los detalles de su tiempo como conquistador son cuestionables, especialmente con respecto a la identidad genérica, que se puede apreciar variando entre ediciones de su manuscrito autobiográfico.
Otra complejidad en la determinación de los hechos de la vida de Erauso es la cuestión del papel del género en la escritura durante la Inquisición española. Sonia Pérez Villanueva señala que, en esta investigación continua, es importante que se reconozca que “no es nada fácil saber discernir la autenticidad en los trabajos autobiográficos de mujeres” (1445). Catalina de Erauso vivía fuera de las expectativas durante este tiempo, especialmente para las monjas. Mientras otras contemporáneas como Sor Juana aprovechaban su lugar subliminal en la sociedad como herramienta, Erauso se negaba y se eligió escapar de dicho lugar para crear su propio destino, contra las expectativas del estado y de religión. Como figura extraordinaria de su género, es probable que algunos hechos de su vida hayan sido cambiados para que les quedara bien bajo las normas de la España barroca, la Inquisición y su imperio. Además, la crítica Belén Castro Morales señala que “es probable que Catalina se aprovechase esta estrategia barroca, la de lo espectacular… para culminar su proceso de legitimación social” (239). La leyenda de Erauso existe bajo el pretexto de lo fantástico y lo raro, lo cual permanece recordatorio del deseo público por el exotismo barroco; ha distorsionado los hechos de la vida de Erauso y los ha reemplazado con una versión hecha por los gustos del público barroco.
Inevitablemente, ha habido variaciones en la historia de Erauso desde su publicación. Hay muchos debates sobre los eventos de su vida y lo que es detallado en el texto, un problema que es engrandecido por la falta de “la existencia de una autobiografía de la que no [se conoce] el manuscrito principal” (Esteban 11). Sin el texto original, es imposible entender exactamente quién era Erauso. No obstante, su carácter se sostiene en su manuscrito, lo que ha sido configurado en varias redacciones que sacan o no de la primera publicación para realizar una edición con el cual se percibe como la más ‘auténtica’ o verosímil. Pero, esto no les da a los editores ni licencia de cuestionar ni libertades con la vida de Erauso. El traductor Lawrence Venuti asevera que, “the translator ‘s responsibility is not… both foreign and domestic, but split into two opposing obligations: to establish a lexicographical equivalence for a conceptually dense text, while intelligibly maintaining its foreignness to domestic readerships” (115). Aunque el propósito de este artículo no es debatir la traducción entre idiomas, es importante señalar las diferencias entre las ediciones españolas. Estos cambios alteran el significado y la interpretación de la obra — la variación lingüística afecta el significado y sirve como forma de traducción propia. Esta forma de traducción, una forma lingüística interna dentro del mismo idioma afecta las maneras en las que la historia estará proyectada por otros idiomas y culturas. Si una edición borrara las complejidades de la identidad genérica en la vida de Erauso en el uso de la lengua, se simplificaría una parte de la vida de Erauso para los lectores, y encargaría a Erauso bajo las normas de la cisnormatividad1 del patriarcado.
Con todo, las consecuencias de las divergencias entre ediciones cuestionan cómo se ha preservado la identidad auténtica de Erauso, con respecto a su género. Las críticas Masiello y Botton-Burlá señala que, “a este respecto, las traductoras, las intérpretes, las mujeres que hablan con lengua bífida llaman la atención hacia el defectuoso contrato social que ha excluido deliberadamente a ciertos sujetos de la arena pública” (260). La interpretación de una obra pone de relieve — o ignora — una parte del manuscrito original; saca a la luz una manera novedosa de comprender la obra.
Específicamente, con respeto a las obras escritas por mujeres, para que se amplifiquen sus voces como miembros de un grupo marginalizado, se requiere que las mujeres utilicen maneras distintas de expresarse en diversos momentos históricos. En una interpretación o edición nueva de una obra, una versión incompleta puede modificar el significado de la obra para los lectores, y pierde la complejidad. Especialmente puesto que no existe el manuscrito original, es imperativo que los editores presten atención a los pronombres que utilicen para respetar la identidad de Erauso. El uso de lengua incorrecta tergiversa a Erauso, y sobre todo, contribuye a una identidad falsificada para elle,2 que una vez más se la restringe a las construcciones de género de los cuales se escapó Erauso.
En segundo lugar, el manuscrito funciona como una apelación dramática al pícaro donde su vida en pobreza es una repulsa de su vida como mujer. Por otro lado, la vida de Erauso como hombre demuestra su éxito y que se afianzó un hueco en la reformulación de la nueva identidad y la historia de España. El éxito de Erauso como conquistador posibilita la oportunidad de crear un nuevo espacio por sí misma en la reformación de la historia de España transicional durante su vida. Por eso, en su manuscrito, emplea las estrategias populares del tiempo para forjar una figura mítica, de modo que se asegurara de su vencimiento de la hegemonía española tradicional, y en lugar de esto, se hace una figura imprescindible de la nueva España que elle ayudó a crear.
Las diferencias entre los pronombres
Además, una de las polémicas más contestadas entre las ediciones de su libro es el uso de los pronombres del género para describir a Erauso. En un párrafo del capítulo VII, cuando Erauso llora con sus compañeros conquistadores, la disparidad entre las dos ediciones invite e implica una interpretación limitada de su identidad de género. En la edición de Cátedra, se expresa con los pronombres femeninos; narra que está agotada con sus “compañeros; y ya se ve [su] aflicción, cansada, descalza, y lastimados los pies” (121). El uso de los pronombres femeninos demuestra que Erauso percibe la vulnerabilidad como algo femenino y que no le queda bien en la construcción de la construcción de la masculinidad. En la profesión ultra masculina del conquistador, sólo había espacio por la brutalidad, sin lugar para la sensibilidad.
Por otro lado, en la edición de Hiperión, se esgrimen los pronombres masculinos en la misma oración del capítulo VII. La voz narrativa, Erauso, escribe que está cansado de sus “compañeros. Ya se comprenderá [su] aflicción, cansado, descalzo, y lastimados los pies” (45). Aquí, el uso de los pronombres masculinos presenta a los lectores la perspectiva de un Erauso quien cree que los hombres — incluso los conquistadores — tienen derecho a la sensibilidad. Sin el cambio a los pronombres femeninos, el manuscrito de Erauso sirve como refutación de la creencia que los hombres deben ser estoicos. En cambio, evidencia que los hombres ya son vulnerables, y logra esta conclusión con los pronombres utilizadas para ilustrar su identidad como hombre, lo que presiona hacia una identidad fuera de la cisnormatividad del tiempo.
Diferencias del modo de concluir
A pesar de esto, las inconsistencias en las conclusiones de las dos ediciones diferentes subrayan o pasen por alto una parte de la identidad de Erauso. Las dos publicaciones de la Historia de la Monja Alférez concluyen en lugares diferentes en la vida de Erauso, y refleja la divergencia inmensa entre las versiones del manuscrito y que no establecen un texto consistente que refleja la vida de Erauso de manera verosímil, y de esta manera genera la idea de una figura mítica. La edición de Cátedra termina con el capítulo XXVI en la calle, donde Erauso se encuentra a dos mujeres que la llaman “señora” después de que Erauso recibió permiso del papa a vivir como hombre. Erauso detalla que respondió a las mujeres, diciendo “Señoras p… a darles a ustedes cien pescozadas, y cien cuchilladas a quien las quiera defender—. Callaron y se fueron de allí” (175). En este final, si bien Erauso recibió mucho valor como una exhibición barroca y conquistador exitosa, deja una identidad a medias a Erauso, la que cuestionaba la complejidad verdadera de su género y vida. No obstante, Erauso nunca se quedó bien bajo las expectativas europeas — a su vez, elle vivía como una figura barroca, entre la rareza y lo fascinante para el público.
Antes bien, en la edición Hiperión, hay un epílogo que termina con la vida de Erauso en México, donde el espacio del nuevo mundo le permite experimentar con su identidad de género. Específica que “doña Catalina de Erauso — que entonces así se llamaba don Antonio de Erauso… transportó a México [con mulas y esclaves]” (Munárriz 110). La inclusión de más registros completos de Erauso refleja una idea más completa de su vida y carácter. Castro Morales observa que Erauso “terminó sus días en la Nueva España, trabajando como arriero y mercader por cuenta propia, con el nombre de Antonio de Erauso” (227). Es un hecho, a pesar de que no forma parte de muchas ediciones de la obra — pone de relieve un final muy diferente de la vida suya propia. Sin esto, solamente se ve a Erauso en Europa luchando contra las construcciones del género que ya habían existido. Ahora bien, con este fin, donde Erauso vive en México como hombre, corrobora que Erauso en el sentido literal, hizo un nuevo espacio de género para elle — creyó el tercer espacio de género en el nuevo mundo. Según su vida en México, Erauso tuvo la oportunidad de vivir en un espacio que no fuera limitado por las construcciones cisnormativas del género, y pudo reinventarse de acuerdo con el Nuevo Mundo, ocupando el tercer espacio de género.
Al vivir en México, Erauso pudo expresarse con su identidad genérica y no fue sometido a la cisnormatividad de la Inquisición. Aunque hubo Inquisición en México también, era un espacio más abierto de la España Imperial. A tal efecto, Erauso revolucionó las construcciones restringidas y aceptadas en los espacios de género del momento, y propugnó nuevos ideales para la expresión del género. El crítico Perry Zurn fija que, “to be trans […] is a journey, a discovery, a quest, an exploration, an evolution” (14). Al vivir fuera de las normas, Erauso trabajaba para encontrar su identidad, y más importante, un espacio donde pudiera permanecer como deseaba. Su llegada a México marcó su ruptura de las costumbras circunscritas del Viejo Mundo — Erauso ya no necesitaba aprobación de vivir como hombre. En vez de mantenerse esperando la permisión de otros para manifestarse como quería, tomó el espacio genérico que necesitaba a vivir y expresarse. Más aún, Zurn constata que,“learning to belong to one’s new gender also involves transforming that gender itself” (187). Con su mudanza a México, Erauso rechazó la hegemonía establecida de los papeles de género, y en este espacio más flexible, fundó su propio espacio para cuestionar y refutar la cisnormatividad del Viejo Mundo. Abre el significado del género en su propio momento. Aun si el epílogo falta legitimidad en los ojos de algunos editores, marcó a Erauso como una figura que desafió y tuvo éxito en su conquista de las normas patriarcales, y se hizo una figura más allá de los límites de hegemonía sofocantes de la Europa de su época que persisten en la sociedad actualmente.
Los cambios estilísticos
De la misma manera, el modo en el que las ediciones tratan el encuentro de Erauso con la muerte resalta una discrepancia sustancial en sus ideas y nivel de conformación a las construcciones del género del momento. En el capítulo XII, después del juicio, Erauso recibe la pena de muerte después de haber sido acusado por un crimen. Durante su tiempo en la cárcel antes de su supuesta ejecución, varios frailes visitan a Erauso, ella se negó a confesar hasta que venga al obispo. En la edición Hiperión, durante su descripción de este tiempo en espera, Erauso ilustra que, “sacáronme de la cárcel, llevarnome por calles no acostumbrados, por recelo de los frailes; llegué a la horca, quitáronme los frailes el juicio a gritos y arrempujones, e hiciéronme subir cuatro peldaños” (61). A por la puntuación, Erauso está dando una lista de lo que pasó en la cárcel. En la oración, sólo hay comas y un punto y coma, como si toda la experiencia de casi morir después de su juicio fuera una gran inconveniencia.
En contraste, en la edición de Cátedra, en el mismo lugar del capítulo XII, las diferencias en la puntuación realzan una perspectiva de un encuentro con más peso relacionado con la muerte. Articula que, “sacáronme de la cárcel, lleváronme por calles no acostumbradas por recelo de los frailes. Llegué a la horca. Quitáronme los frailes el juicio a gritos y a rempujones. Hiciéronme subir cuatro escalones” (136). Aunque la gramática es idéntica a la de Hiperión, la puntuación recalca una perspectiva distinta de su encuentro con la muerte. La decisión de formar una oración corta sobre su llegada a la horca entre dos oraciones largas puntualiza la gravedad de la situación y hace hincapié la proximidad de la muerta a Erauso. El énfasis en la posibilidad de la muerte hace hincapié a la preocupación con esta y el mundo emocional — lo de la mujer durante este tiempo. Este planteamiento ofrece una perspectiva de más sensibilidad y le pinta a Erauso con más cualidades femeninas que la de Hiperión en contraste a su formación masculina del conquistador.
Como si esto fuera poco, esta decisión de puntuación subraya la gravedad de la situación, y a su vez, sugiere que, con su trabajo como conquistador, Erauso no tiene miedo de la muerte — o no lo proyecta — un característico muy masculino del periodo. Destaca que la muerte no es algo de que un hombre (en concordancia con los pronombres masculinos que se utiliza aquí) puede tener miedo, y que siempre debe que estar preparado para someterse al miedo. Aunque la edición de Hiperión es más consistente en su uso de los pronombres de género de la versión de Cátedra, no obstante, la proyección de la identidad de Erauso es inconsistente dentro de la edición.
En efecto, el lenguaje usado en la edición de Hiperión crea una identidad fuera de la cisnormatividad en algunas instancias, pero aquí, refuerza las creencias dominantes y patriarcales con respeto a los hombres y sus sensibilidades. Puesto que los pronombres cambian, propone una imagen distorsionada de Erauso que desafía su escritura notable y única. Esta disminuye, como la crítica Castro Morales nota, la existencia “de una escritura tan radicalmente excéntric[a] respecto a las pautas que regían la existencia femenina en el siglo XVII” (227). El manuscrito de Erauso es único. Ahora bien, las discrepancias en la representación de Erauso en su mismo manuscrito refutan su legitimidad y naturaleza radical. Mediante la representación inconsistente del personaje de Erauso que esta edición proyecta, promueve más disparidades en la identidad de Erauso porque, al mismo tiempo, la edición de Hiperión refuerza y combate la cisnormatividad patriarcal.
Sin embargo, la elección de enfatizar el miedo sobre la muerte serviría como apelación a lo dramático por sus espectadores y lectores como si fuera parte del teatro. El manuscrito de Erauso fue escrito en 1626, durante el Siglo de Oro por la literatura, el teatro, y el arte español situado de 1600-1700 (Resumen histórico). Erauso habría tenido conocimiento de los géneros y temas de la literatura más populares — en su manuscrito, recurre a los géneros populares de la época. La apelación a lo dramático en la edición de Cátedra es representativa del género de la picaresca y la figura de la mujer varonil, donde un indigente emplea su buen juicio para tener éxito, o una mujer con características masculinas sale adelante (Merrim 12). Aquí, Erauso aprovecha de su conocimiento para sobrevivir en una situación muy grave — y evade su propia muerte. Con esta perspectiva, Erauso se representa como personaje tremendamente popular de su propio momento que centraría el libro y el sujeto suyo en el público y su apetito por lo raro para buscar lectores, sin referencia a sus sentimientos ni identidad de género legítimo.
Consecuencias y construcciones de una figura mítica
De los desfases entre las ediciones llega la cuestión de autenticidad de la obra a sí misma. La obra autobiográfica de Erauso no se publicó hasta 1829 en París — dos siglos después del siglo XVIII, cuando se supone que la obra fue escrita. Desde luego, se cuestiona el asunto de su autenticidad, especialmente con respecto a los errores en el manuscrito que chocan con los hechos de la persona verdadera de Erauso. La crítica Sonia Pérez Villanueva declara que, “los errores y anacronismos encontrados en la obra han llevado a varios críticos a considerar apócrifo el texto” (1444). En vez de una obra auténtica, pone en duda si es una oda a la figura de Erauso que se populariza por los beneficios de los editores, o es una obra auténtica que registra los acontecimientos de su vida. La deficiencia de hechos verdaderos en la primera edición pone en entredicho por qué la edición fuera publicada con tantos errores — especialmente después de dos siglos — y para qué la edición fuera publicada: darle honor a Erauso o banalizarla por algunos espectadores.
Si bien hay mucha información que apoya la autenticidad de la historia de Erauso, debido a las polémicas, Erauso no aparece como una persona real a veces, sino que como una figura mítica. En la carta que esboza la vida de Erauso en México, la voz narrativa sentencia que, “hasta aquí las noticias de sus contemporáneos, no muchas, pero sí suficientes para disipar cualquier duda sobre la veracidad de su narración” (Munárriz 112). De ahí, porque hay muchas versiones de su historia sin la información completa, para muchos críticos, “su vida parece una ficción, mientras su personaje supera a Marfisas y ‘varonas:’ de sus hazañas históricas vuelve al espacio de la imaginación y se convierte en materia de cultura” (Castro Morales 238). Revela que por razón de las disparidades en la traducción y el lenguaje a sí mismo, es fácil describir a Erauso como figura mítica sin entender que hubo una persona real detrás de las leyendas. Según esta perspectiva, se olvida que Erauso trascendía las limitaciones genéricas de su momento durante el barroco español.
Por añadidura, la construcción de la vida de Erauso parece más grande de la vida humana. Esto comenzó la construcción de la figura mítica de Erauso. El crítico Cristian Andrés perfila cómo Erauso fue construido como figura mítica y aborda las polémicas sobre los eventos de la historia suya: “en la construcción de un mito entran varios elementos, constantes universales, posibilidad de variaciones y adaptaciones culturales” (261). De los acontecimientos en la historia de Erauso vienen las incertidumbres que dan el espacio necesario a fabricar una historia más grande de la realidad. La creación del mito suyo, basándose en las discrepancias en la vida de Erauso, subraya la importancia de sus contribuciones de desafiar las normas del género, y que, aunque hay incertidumbre, su leyenda persiste.
Conclusión
En última instancia, las inconsistencias entre las ediciones de la Historia de la Monja Alférez crean una identidad mítica para Erauso que influye en su reputación actual. Erauso no se conformó con las construcciones de género del momento, a su vez, creyó una identidad nueva de género que le sirvió en el tercer espacio. Pese a que siempre habrá polémicas sobre los hechos de su vida, esto da validez al increíble nivel de influencia y atención que elle recibió a lo largo de la historia de España. Durante una época cuando había un resurgimiento fuerte de las restricciones del patriarcado, basándose en la religión, Erauso rompió las construcciones de lo masculino y lo femenino y ganó la aprobación de los que tenían el poder de abordar la identidad que escogió por a sí mismo. La influencia que Erauso blandió durante su vida evidencia que el género no posee una construcción lineal, sino que es algo flexible que una persona puede aprovechar para expresarse sin miedo de vivir fuera de las normas sociales.
Obras citadas
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