Sasha Mueller
College of Idaho
Carmen
El día empezó normal. Comí el desayuno con mi padre en nuestra casa nueva y silenciosa, y nos preparamos para ir al trabajo. Mi trabajo no es especial, ya que solo trabajo como ingeniera mecánica en la compañía de mi padre, CyberUniverso. Mi padre no es simplemente el líder de La Ciudad y controla todos los negocios, las escuelas, y los puestos de trabajo, sino que también nos puede controlar mediante los controles del cerebro que tenemos instalados. Él trabaja para el gobierno central. La puerta de la cocina se cerró de golpe, y escuché pasos mientras mi padre bajaba las escaleras con sus zapatos de cuero marrón. Desde que mamá murió en la guerra, mi padre y yo no nos hemos llevado bien. Después de la guerra, mi padre hizo la promesa de hacer la sociedad lo más perfecta posible para que nunca pudiera suceder otra guerra, así que inventó el MicroChip que se puso en cada ciudadano.
Los controles son muy importantes e interesantes, puesto que pueden identificar nuestros niveles de hambre, energía, salud y otra información importante de nosotros. También, los controles nos indican cuando es necesario visitar La Fábrica para las actualizaciones y nos avisan cuando nuestras vidas están a punto de terminar. Los MicroChips aseguran que los ciudadanos ayuden a la sociedad y que podamos mantener la paz en nuestra comunidad. Ha pasado tiempo desde que me implantaron mi MicroChip debajo de la piel en la parte posterior del cuello. La mayoría de los días llevo mi largo pelo negro suelto para cubrir mi cicatriz. Todas mis amigas también tienen los MicroChips, y a veces nos divertimos comparando nuestros niveles, aunque nunca podemos leer mis niveles porque soy parte de la compañía y la hija de don Martín.
Empecé a trabajar en CyberUniverso el día después de graduarme de La Universidad de Mecanópolis para poder ganar suficiente dinero y para poder salir de La Ciudad. Desafortunadamente, mi padre tiene otros planes para mí. Un día mi padre quiere que me haga cargo de su imperio, y aunque sé que soy capaz, no puedo evitar pensar en las consecuencias negativas y el control de las personas mediante los MicroChips.
Caminé a mi escritorio organizada y me senté detrás de una computadora grande. Mi padre entró al edificio cruzando las puertas negras de metal, llevando un traje gris y una corbata roja brillante. Parecía tener mucha prisa. Pasó rápidamente por mi despacho y no me miró mientras que caminaba al ascensor apresurado. Tuve que correr para poder seguir su ritmo, y finalmente le alcancé en el ascensor, mientras le informé sobre los eventos de hoy.
— ¡Buenos días, papá! Espero que hayas tenido una buena mañana y aquí tienes tu café —le dije con una sonrisa, mientras le entregaba su recipiente de café para llevar.
— ¡Buenos días, cariño! —me respondió casi sin mirarme y tomó el café.
— Te recuerdo que hoy tienes reunión en La Fábrica con unos mecánicos, resulta que hay un problema nuevo con los MicroChips. Pienso que algunos ciudadanos se han quitado sus MicroChips —el hombre opulento y poderoso me miró por primera vez esta mañana con confusión en sus ojos.
— ¿Qué dices? ¿Los ciudadanos se están quitando los MicroChips? ¿Quiénes son los responsables de tal monstruosidad?
— No sé muy bien los detalles, pero escuché rumores sobre un evento secreto y creo que alguien se dedica a quitar los MicroChips —le respondí sinceramente.
Las puertas del ascensor se abrieron al llegar al piso número 32, y mi padre salió sin decir una palabra más.
Jared
Era sábado por la noche, y estaba en casa aburrido. Aquí nadie me conocía y, me gusta que sea así. Crecí en un pequeño pueblo a 100 kilómetros de La Ciudad y asistí a La Universidad de Mecanópolis para estudiar mi grado y mi programa de posgrado en mecánica. Vine aquí para trabajar en CyberUniverso, y tengo mi primer día de trabajo mañana. Sin embargo, soy unas de las únicas personas en La Ciudad sin MicroChip, nadie lo sabe y, quiero mantenerlo en secreto. Pensaba mientras me cocinaba la cena.
Puse mi sopa en la mesa y abrí mi ordenador para trabajar en mi investigación. El trabajo de esta noche era preparar el proyecto para presentárselo a don Martín, quien, al parecer, quería resolver los problemas encontrados en los MicroChips. Eso no sonaba muy difícil…excepto por el hecho de que sería la única persona sin MicroChip en toda La Ciudad, mientras trabajaba con el hombre que había inventado los MicroChips. Me reí de la situación, cerré el ordenador y me dormí en el sofá.
Carmen
— Tenemos un nuevo diseñador en La Fábrica hoy, Carmen —la voz de mi padre me hizo saltar cuando me di cuenta de que estaba parado detrás de mí—. Quiero que me acompañes y tomes notas de este individuo. Supuestamente, sus profesores piensan que es brillante y, quizás, será un buen empleado para trabajar en La Fábrica —me comentó mi padre, sin darme los buenos días, y guiñándome el ojo.
— Con gusto te acompañaré…—le comenté casi sin fuerzas.
Eran las seis de la mañana y mis niveles de energía estaban muy bajos. Me di cuenta de que necesitaba conectarme a una entrada de energía antes de la cita con nuestro empleado. Sin embargo, antes de terminar mi pensamiento, un hombre alto, musculoso y con ojos azules brillantes entró por la puerta. Mientras sus ojos se enfocaban en los míos, reconocí inmediatamente a este hombre, era Jared.
Recuerdo el día que conocí a Jared. Fue durante mi primer año de universidad en nuestra clase de “Introducción a la mecánica,” y se sentó en la silla vacía a mi lado. Nos convertimos instantáneamente en amigos y empezamos una relación mientras estábamos en la universidad. Cuando nos graduamos, decidimos ir por caminos separados; yo vine a trabajar en CyberUniverso y él se quedó en Mecanópolis para continuar sus estudios de posgrado. Se acercó al escritorio donde estaba sentada, mientras pensaba, qué estaría haciendo Jared aquí.
—¡Hola Carmen! ¿Qué haces aquí? —dijo el hombre apuesto con una sonrisa amable.
—Hola Jared, trabajo aquí en CyberUniverso —respondí mientras sentía que el calor corría a mis mejillas.
— Deberíamos ir a tomar café alguna vez, ¿no? —dijo Jared con vergüenza y entrecortado, mientras sus mejillas se volvieron rojas—. Tengo una reunión con don Martín en unos minutos.
— Sí, me gustaría mucho. Aquí tengo toda la información. Acompáñame a la sala de conferencias —intenté caminar con gracia mientras que pude sentir sus ojos clavados en mi espalda. Abrí la puerta de vidrio a la sala de conferencias y Jared pasó, oliendo a una fragancia fresca y familiar con un toque de menta.
Jared
— ¡Jared! Hola, bienvenido a La Fábrica de CyberUniverso. Le presento a mi hija, Carmen, pero supongo que ya se conocen de sus años de la universidad. Ella es mi ingeniera mecánica aquí en La Fábrica y trabajará con usted para diseñar un nuevo MicroChip —don Martín explicó.
— Hola, gracias por la invitación. Estoy encantado de hablar con usted y trabajar con Carmen—dije, fingiendo no distraerme con los ojos hermosos de Carmen que me miraban desde el otro lado de la mesa, y con sorpresa al descubrir que era hija de don Martín.
— Sus profesores han dicho que es usted un erudito y que será el candidato perfecto para nuestra compañía.
— Gracias por ofrecerme el puesto de trabajo —repliqué con una sonrisa.
— En su nuevo puesto de trabajo usted va a ser pionero en crear un nuevo MicroChip con Carmen. Hay alguien desconocido quitando los MicroChips de los ciudadanos, por tanto, me gustaría que investigara y diseñara un nuevo chip para ser implantado y que no se pueda quitar. ¿Tiene alguna duda? —Miré a Carmen y vi una mirada de sorpresa en su cara cuando don Martín anunció su participación en el proyecto. No pude ocultar la emoción en mi cara, y ella me respondió con una sonrisa nerviosa.
— No, me pondré a ello inmediatamente.
— Su oficina estará al final del pasillo, la segunda puerta a la derecha. No dude en llamar a Carmen si necesita algo.
Carmen
Han pasado dos semanas desde que Jared comenzó en la compañía, y parece que está encajando. Pasar tiempo con él me recuerda a nuestra relación en la universidad, y no me había dado cuenta de cuánto lo extrañaba. Hemos estado trabajando duro en los nuevos planes para el MicroChip, pero todavía no estoy segura de querer seguir adelante con la creación, no creo que el control de la gente sea necesario, aunque mi padre no lo sabe y se sentiría decepcionado si supiera mi rechazo ante su invento. Me sorprendió cuando mi padre me asignó trabajar en el nuevo MicroChip con Jared.
Pasé por la oficina de Jared de camino a la oficina de mi padre, y vi por un segundo la pantalla de su monitor. No se parecía a nuestro programa, pero reconocí los planes para nuestro MicroChip. Toqué a su puerta y lo vi cerrar el programa y darse la vuelta rápidamente.
— ¡Hola! ¿Qué haces? —le pregunté a Jared.
— ¡Hola! Nada, pues… ¿recuerdas nuestras reuniones clandestinas en la universidad sobre la libertad? —me preguntó.
— Sí, claro que las recuerdo, así es como empezamos nuestra relación y tuvimos nuestra primera cita después de la segunda reunión —le respondí.
—¿Continúas pensando lo mismo? —me preguntó con una entonación de duda y miedo.
—Sí, continúo pensando lo mismo, y estoy obligada a trabajar aquí por mi padre. Cada día pienso en cómo he podido terminar en este sitio que tanto detesto, aunque adoro a mi padre.
— Te quiero mostrar algo, pero por favor, no puedes decir nada. Será nuestro secreto —Jared volvió a abrir el programa y me mostró los planos de un MicroChip que nunca había visto. Pero había algo más, también tenía planos para extraer los MicroChips.
—¿Qué es eso? —pregunté, aunque ya sabía lo que era. Jared era la persona quien estaba quitando los MicroChips. Justo cuando pensaba que este hombre no podía ser más atractivo. Le di una mirada de sorpresa, pero Jared me miró muy orgulloso de su trabajo. La habitación empezó a girar y me sentí mareada. ¿Qué iba a hacer con esta información tan importante a la compañía? ¿Debía decirle algo a mi padre? No sabía la razón, pero no quería revelar a la compañía lo que Jared estaba haciendo con los MicroChips, no tenía confianza en el gobierno.
— Carmen, ¿estás bien? ¿Necesitas un mecánico? —escuché el pánico en su voz cuando su cara borrosa volvía a mi vista.
— Sí, sí estoy bien. ¿Qué haces con esa información para quitar los MicroChips? ¿Eres la persona que los está quitando? ¿Por qué lo haces? —le pregunté a Jared. Él era la persona que yo había estado buscando estos meses para ayudarme a quitar el mío.
— Quito los MicroChips porque mis padres murieron a causa de ellos. Tuve uno hasta que me lo saqué hace cuatro meses. Aprendí a quitarlos y, finalmente, también se los quité a mis amigos. Aprendí como extraerlos en mi programa de posgrado y vine aquí para reclutar a otros estudiantes para que me ayudaran a sacar los MicroChips y que lucharan por sus libertades.
— Entonces, ¿por qué estás aquí? Si el gobierno descubre lo que estás haciendo, te matará. Esto es muy peligroso —le pregunté preocupada, deseando desesperadamente una respuesta lógica.
—Cuando se introdujeron las fichas por primera vez, todos estaban muy emocionados de poder leer sus niveles. Pero mis padres se dieron cuenta rápidamente de que era una forma para que el gobierno controlara a sus ciudadanos. Mis padres murieron porque mis padres no querían los MicroChips y el gobierno los mató porque no podían controlarlos dentro de la sociedad perfecta. Descubrieron los secretos que el gobierno escondía, y descubrieron que el gobierno usaba los MicroChips para controlar las emociones y los cerebros de las personas. El avance de los MicroChips era prometedor y divertido, pero cambió su función para controlar a los ciudadanos y forzarlos a vivir como el gobierno quería. Entonces, después de la muerte de mis padres, aprendí a quitar los MicroChips porque quiero salvar a las personas y a la comunidad —me expresó Jared sinceramente. Miré a Jared como si estuviese loco, pero entendí su motivación y la tristeza.
— Quiero que quites mi MicroChip —dije sin pensar—, por favor.
Jared
¿Qué dijo Carmen? ¿La escuché correctamente? Ella es la hija de don Martín, ¡el hombre quien inventó el MicroChip! ¿Será una trampa? ¿Habrá cambiado desde nuestras reuniones en la universidad? Sin embargo, la miré y recordé sus convicciones y planes de lucha por la libertad, además, ella tuvo la oportunidad de exponerme, salir corriendo y contárselo a su padre y, sin embargo, no lo hizo. Creo que puedo confiar en ella.
— ¿Por qué debo ayudarte? —le pregunté, mientras me miraba con sus ojos preciosos.
— Pues, yo entiendo lo triste que es que los padres mueran por culpa del gobierno. Mi madre murió en la guerra, y después mi padre trató de establecer una solución para que nadie tenga que experimentar el dolor de otra guerra. Su solución fue implantar estos MicroChips para crear una sociedad perfecta para que todos se llevaran bien y trabajaran juntos como comunidad para asegurar la paz — Carmen dijo con los ojos llorosos—. Sé lo que mi padre le hace a los MicroChips de la gente, y no estoy de acuerdo con eso. No es lo que mi madre hubiera querido y creo que todos merecen tener su libertad y vivir como quieran.
— Lo siento, Carmen. De acuerdo, nos vemos afuera de La Fábrica hoy a las ocho de la noche —le respondí.
Carmen
Son las ocho de la noche y llego tranquilamente a La Fábrica en coche. Jared ya está ahí esperando delante de las puertas grandes. Le dije a mi padre que olvidé mi computadora portátil en mi escritorio y que necesitaba ir a la compañía para obtenerla.
—¿Estás lista? —Jared pregunta mientras toma mi mano. Subimos las escaleras al cuarto de los mecánicos, y Jared me dice que debo acostarme en una mesa de metal conectada a un ordenador grande. Me acuesto boca abajo y siento el frío de la mesa en mi piel—. Tu chip está implantado debajo de tu piel en tu cuello. Voy a usar un imán para quitarlo, y no habrá mucha sangre. Por favor, no te muevas, pues terminaré en unos minutos.
Siento el imán tirar del chip debajo de mi piel mientras que el chip sale lentamente de mi cuello. No duele tanto como cuando me lo pusieron. El procedimiento termina en poco tiempo, como prometió Jared. Me siento débil y miro mis niveles de energía… no están allí. Realmente ha funcionado.
Jared
— ¡Funcionó! ¡Realmente funcionó! ¡No tengo mi chip! ¡Gracias, gracias, gracias! —grita Carmen cuando se levanta. El procedimiento ha sido todo un éxito. Me mira con seriedad e inclina su cara cerca de la mía. Tomo su cara en mis manos y la beso lentamente, mientras que ella también me regresa el beso. Sus labios se sienten tan suaves como recuerdo, mis manos familiarizadas con la curva de su mandíbula. Tenemos que irnos antes de que don Martín y los empleados lleguen para inspeccionar La Fábrica, pero no quiero dejar pasar este momento perfecto. Me alejo de ella para mirar sus ojos cerrados y alcanzo su mano.
— Tenemos que irnos —digo con dolor en mi pecho. Apago el ordenador y tomo la mano de Carmen para llevarla hacia la puerta. Justo cuando alcanzo el picaporte de la puerta, aparece don Martín.
— ¿Qué hacen aquí? Los turnos de trabajo son por la mañana —no tengo una respuesta, pero sé que Carmen ve el pánico en mi cara. Tengo que decir algo.
—Teníamos algunos planes que necesitábamos finalizar para el chip y sabíamos que no nos interpondríamos en el camino de nadie si entrábamos antes del turno —dice Carmen despreocupadamente con una sonrisa en su cara.
— De acuerdo, ¿has reunido toda la información necesaria? —don Martín me pregunta con una mirada intimidatoria.
— Sí, creo que tenemos todo lo necesario. Nos marchamos ahora mismo. ¡Hasta mañana! —responde Carmen.
— Nos vemos en casa, hija. Y usted —me mira y me dice con tono inquisitorio— mañana me tendrá listo el informe de su trabajo. La reunión será a las ocho de la mañana.
— Sí, no se preocupe don Martín —le respondo nervioso.
— ¡Adiós, papá! —le dice Carmen dulcemente.
— ¡Buen trabajo a los dos! Y Jared, cuide a mi hija —le replica don Martín de forma amigable.
Camino al estacionamiento con Carmen a mi lado, tratando de no besarla por salvarme.
Carmen
Mi padre casi nos descubre en La Fábrica, pero no me importa.
— Gracias por salvarme, te debo una —Jared dice con adrenalina en su cara. Siento su mano caliente en la mía mientras que paramos delante de mi coche.
— ¿Ahora qué? Me siento muy diferente sin mi MicroChip, pero pienso que me gusta — le comento a Jared.
— Ahora eres parte de mi equipo y voy a mostrarte como quitar los MicroChips de las personas. Necesitamos devolver a la sociedad su libertad, sin el control del gobierno. Empezamos la semana que viene, pero si Don Martín, tu padre, nos descubre, nos delatará al gobierno y quizás nos maten como a mis padres. Tú eres su empleada de mayor confianza, entonces utilizaremos tu estatus para ganar acceso a La Fábrica durante las actualizaciones. Cuando la gente viene para sus actualizaciones, saldrán sin un MicroChip. Uno por uno cambiaremos la sociedad de nuevo a como era en el pasado. ¿Estás conmigo?
— Sí, por supuesto —le respondo.
Entro al coche, y conduzco hasta mi casa, sintiéndome libre.